'Cuando yo estaba en el tercer grado, mi maestra pensaba que yo era anormal. Oà como se lo decÃa a los padres de una niña, fuera del aula, aunque me esncontraba esperando a que terminara la clase de catecÃsmo. A mi no me metÃan en aquella lección porque mi padre lo habÃa prohibido, con la amenaza de ponerme en otra escuela. La hija de auqellos padres que me miraban con arrobada piedad, se llamaba Lupe. Era muy buena y aplicada, era la excelencia anual del colegio y aquel año sus padres estaban preocupados porque sus notas habÃan bajado un poquito. Ni sus padres ni la maestra podÃan saber que Lupe, a quien yo amaba como un condenado, nos enredábamos en extensas discuciones espirituales cuyo meollo era la existencia de los tres reyes magos. Ella afirmaba que no existÃan, que eran nuestros padres, y yo, que no iba a la clase de religión, lo contrario. Un buen ejemplo de cómo el hábito no hace al monje.' Silvio RodrÃguez
Soy ciudadano del amor,
llevo dogal de belleza
entre la hombrera y la cabeza,
entre rodilla y cinturón.
Haciendo crÃtica social
me perfumé de valiente,
creyeron que era disidente
y no era más que natural.
Martà me habló de la amistad
y creo en él cada dÃa,
aunque la cruda economÃa
ha dado luz a otra verdad.
El mundo tiene la razón
puesta en el pan, en el diario,
ese señor rudimentario
que nos dará la absolución.
Ciega,
la vida nueva es
como un verso al revés,
como un amor por descifrar,
como un Dios en edad de jugar.
Trino,
vete al destino, al punto que será final,
juega a lo que no jugué
y canta que aunque sin rey mago
sigo en pie.
Seguro estoy requete mal,
debo sufrir algo extraño,
pues ni la hiel ni el desengaño
me dan canción de funeral.
El fin de siglo trae la sien
cebada de pudredumbre,
como invitándome a una lumbre
que prenderá quien ame bien.
Bendito el tiempo que me dio
una canción sin permiso.
Bendito sea el paraÃso
algo infernal que me parió.
El dÃa del Armagedón
no quiero estar tras la puerta,
sino soñando bien alerta,
donde esté a salvo de perdón.
Ciega,
la vida nueva es
como un verso al revés,
como un amor por descifrar,
como un Dios en edad de jugar.
Trino,
vete al destino, al punto que será final,
juega a lo que no jugué
y canta que aunque sin rey mago
sigo en pie.