Una señora patillalera,
muy elegante, vestida de negro
formó en el Valle una griterÃÂa
porque la nieta que más querÃÂa
la pechichona, la consentida,
un dueño eô carro cargó con ella.
(Estribillo:) TranquilÃÂzate Juana Arias,
dejáte de tanta bulla,
que tú te mueres de rabia
y ellos mascándose en la cabuya. (bis)
Ella gritaba yo crié a mi nieta
con buena ropa, con buen calzado,
con mucho esmero y estimación,
pa' que ahora venga ese sin vergüenza
nariz parada, patillalero
a entusiasmarla con su camión.
A todo el mundo empezó a decirle:
oigan señores pa' que lo sepan,
representante yo tengo empilas:
en Patillal es Colás MartÃÂnez
que es la única persona que sirve,
y aquÃÂ en el Valle el doctor Molina.
Estaté quieta Juana Arias,
deja a los muchachos quietos
que tú te mueres de rabia
y ellos se están mascando el cabestro. (bis)
Si usted confÃÂa en el doctor Molina,
doña Juana Arias, siento decirle
que en este caso ha perdido todo.
Porque ese no afloja su chinchorro
ni si le dan todos los tesoros
ni si le dan todo lo que brilla.
Es eminente y capacitado,
fuma tabaco y habla de todo,
y tiene muy buena reputación.
Fue magistrado con gran decoro,
Por eso no cambia su chinchorro,
ni por la silla del gobernador.
(Estribillo:)
Doña Juana Arias, que tonterÃÂa,
ha cometido un error muy grande
en lo que se ha puesto con Luis Manuel.
Usted pendiente la policÃÂa
y ellos felices quién sabe dónde
estarán gozando su luna eô miel.
(Estribillo:)