Estás buscando
las puertas
de este laberinto
del que nunca más saldrás.
Y ya no darás
marcha atrás
tu cuerpo está dormido
jamás lo levantarás.
Y ahora tus alas abrirás
hacia el infierno
más preciado
que tus calles quemará.
El humo la hacía avanzar
hacia un atenuo
en línea blanca
que ya nunca cruzará.
Pegada a la pared
raíces de un árbol viejo
que el jardín
calmó su sed.
Narices
queriendo beber
del fruto de una cuchara
que no supo perecer.
Pecado de la ansiedad
la suerte
siempre estuvo hechada
y ya no tuvo la piedad.
Las astas de la ciudad
y una cuerda
atada al cuello
no la dejan respirar.
Respirar! Respirar!
Respirar! Respirar!
